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El Ayuntamiento de Lugo colabora con Médicos sin fronteras en el conocimiento de las crisis humanitarias más desatendidas del 2008


# Viernes, 23/01/2009
El objetivo es informar sobre las emergencias que afectan enormemente a la humanidad

El Ayuntamiento de Lugo, a través de su Concejalía de Mujer y Bienestar Social, que dirige Carmen Basadre, desea colaborar con la ONG Médicos sin Fronteras haciendo público su informe Las Diez Crisis humanitarias más desatendidas de 2008.

De todo el conjunto de crisis humanitarias existentes se seleccionaron las 10 que Médicos sin Fronteras considera fueron las más desatendidas en el 2008 por la Comunidad Internacional, por los actores internacionales con responsabilidad o capacidad de influencia en las mismas.

El objetivo principal del informe es que por lo menos una vez al año los medios de comunicación ayuden a informar sobre las emergencias que a menudo pasan desapercibidas a pesar del enorme balance de sufrimiento que generan. Se cree firmemente que movilizarlos, y a través de ellos a la opinión pública, es una forma de ejercer presión sobre los políticos y otros actores con capacidad de acción, un compromiso al que se suma el Ayuntamiento de Lugo.

Las Diez Crisis humanitarias más desatendidas de 2008.

Desplazamientos masivos de población civil, violencia, y necesidades médicas sin cubrir en la República Democrática del Congo (RDC), Somalia, Irak, Sudán, Etiopía y Pakistán, junto a emergencias médicas olvidadas en Myanmar o Zimbabue, son algunas de las emergencias más graves registradas en el mundo el año pasado, según el informe "Las diez crisis humanitarias más desatendidas del 2008", publicado hoy por Médicos Sin Fronteras en España. La falla de atención global a la creciente prevalencia de la coinfección VIH-tuberculosis y la crítica necesidad de un mayor esfuerzo para prevenir y tratar la desnutrición infantil completan la lista.

"Detrás de este informe están millones de personas afectadas por guerras y por enfermedades, con unas necesidades de salud más inmediatas que se ven relegadas al olvido y con un sufrimiento que a menudo pasa desapercibido. Son crisis de gran magnitud, en las que los actores implicados o con capacidad de influencia ignoran a la población civil, mientras que las organizaciones humanitarias apenas pueden cubrir una pequeña parte de las enormes necesidades o a veces ni siquiera consiguen acceder a quienes requieren ayuda urgente", explica María Díaz Martínez.

Somalia y la República Democrática del Congo (RDC) son los dos países del informe que arrastran conflictos de más larga duración, más de quince años de crisis que en 2008 experimentaron graves recrudecimientos de la violencia; en ambos casos, miles de personas se vieron obligadas a huir de sus casas, sin acceso a la atención sanitaria, comida, agua o refugio. Al igual que en Sudán -Darfur y el Sur del país siguen siendo escenario de dos graves emergencias, con miles de afectados-, mientras la comunidad internacional se enreda en interminables discusiones, la población civil queda a merced de la desnutrición o enfermedades que se pueden prevenir y tratar como la malaria, el sarampión o la meningitis.

La asistencia también es urgente para las poblaciones atrapadas por los enfrentamientos entre Ejército y grupos rebeldes en Ogadén, la Región Somalí de Etiopía, donde la falta de asistencia es flagrante y se registraron preocupantes tasas de desnutrición en varias áreas, así como en Irak, donde la debilidad del sistema sanitario impide que los heridos por los bombardeos y la violencia sectaria reciban una atención rápida y eficaz. Contextos como el iraquí ilustran además que el espacio para una ayuda humanitaria independiente, imparcial y neutral es cada vez más reducido.

Por una parte, las organizaciones operan en situaciones de creciente inseguridad, en entornos generalmente más peligrosos, y por otra en conflictos muy politizados y volátiles, donde MSF vino limitada su capacidad de responder directamente a las considerables necesidades médicas. "En 2008 se agravaron los ataques deliberados contra las organizaciones humanitarias, obligando a suspender las operaciones en distintos rincóns del mundo -explica María Díaz Martínez -. Miles de personas quedan entonces sin asistencia y caen además en el más absoluto de los olvidos y a merced de abusos de los que nadie es testigo".

En Somalia, la escalada de violencia, incluyendo ataques y amenazas contra los trabajadores humanitarios, obligó la MSF a reducir algunas de sus operaciones en 2008, teniendo incluso que retirar a su personal internacional, con la reducción que ello supone en la asistencia proporcionada a una población ya de por sí debilitada. En Pakistán, cientos de miles de personas huyeron de los ataques aéreos y los bombardeos de una campaña contrainsurgente en el noroeste del país a principios de año. Tras las amenazas, agresiones y secuestros perpetrados contra trabajadores humanitarios, MSF redujo el número de trabajadores internacionaies en sus proyectos.

En lugares como Myanmar y Zimbabue -donde los gobiernos no priorizan la atención sanitaria o no ven con buenos ojos la presencia de ONG-, las organizaciones humanitarias se ven obligadas a limitar el tipo de asistencia prestada o deben hacer frente en solitario a abrumadoras crisis sanitarias. En Myanmar, donde MSF es la única institución que se ocupa de la atención a los enfermos de VIH/Sida, cientos de miles de personas mueren innecesariamente debido a la falta de tratamiento, mientras que el Gobierno apenas hace nada para ayudar a su propia población y los donantes internacionales miran para otro lado.

Los responsables y los financiadores de los programas internacionales de ayuda alimentaria también muestran poco compromiso en la lucha contra la desnutrición aguda severa, causa de la muerte de 5 millones de niños/as cada año, a pesar de existir una respuesta médica eficaz, los Alimentos Terapéuticos Listos para Usar (RUTF). Ás veces son los propios Gobiernos quenes obstaculizan esta lucha: en Níger, en 2008, el Gobierno obligó la MSF a poner fin a su programa nutricional infantil en la región de Maradi, donde decenas de miles de niños/as padecían desnutrición aguda.

Finalmente, el informe destaca la urgente necesidad de una mayor inversión en la lucha contra la coinfeción de Sida y Tuberculosis, toda vez que la incidencia de esta última se triplicó en países con una alta prevalencia del VIH en los últimos quince años. De hecho, la tuberculosis es una de las principales causas de muerte entre las personas seropositivas, y sin embargo no existen herramientas de diagnóstico sensibles a la coinfeción ni tratamientos adaptados a las necesidades específicas de estos pacientes.




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