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Nadia Murad y Lamiya Aji Bashar, galardonadas con el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia en su edición de 2016

27/10/2016

 Nadia Murad Basee Taha y Lamiya Aji Bashar son supervivientes del cautiverio del Dáesh, en el que fueron utilizadas como esclavas sexuales, y son hoy, tras su huida, portavoces de las mujeres víctimas de la campaña de violencia sexual del Dáesh. Ambas son defensoras públicas de la comunidad yazidí de Irak, una minoría religiosa sometida a una campaña genocida por parte del Dáesh.

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 El 3 de agosto de 2014, esta organización terrorista asesinó a todos los varones de Kocho, el pueblo natal de Aji Bashar y Murad situado en la provincia de Sinjar en Irak. Tras la masacre, las mujeres y los niños del pueblo fueron capturados y esclavizados: todas las mujeres jóvenes, incluidas Aji Bashar, Murad y las hermanas de ambas, fueron secuestradas, vendidas en varias ocasiones y utilizadas como esclavas sexuales. Durante la matanza de Kocho, Murad perdió a seis de sus hermanos y a su madre, que fue asesinada junto con otras ochenta mujeres mayores que los terroristas consideraron sin valor sexual. Aji Bashar fue también explotada como esclava sexual junto con sus seis hermanas. Fue vendida y comprada cinco veces por los terroristas y obligada a fabricar bombas y chalecos suicidas en Mosul, después de que el Dáesh hubiera asesinado a su padre y hermanos.

 

En noviembre de 2014 Murad logró escapar con ayuda de una familia vecina que la sacó clandestinamente de la zona controlada por el Dáesh, con lo que Murad pudo llegar hasta un campo de refugiados del norte de Irak, y desde ahí viajar a Alemania. Un año después, en diciembre de 2015, Murad intervino en la primera sesión de la historia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas dedicada al tráfico de personas, pronunciando un vibrante discurso sobre su experiencia. En septiembre de 2016 Murad se convirtió en la primera persona superviviente de tráfico de personas en ser nombrada embajadora de buena voluntad de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) por la dignidad de los supervivientes del tráfico de personas, participando posteriormente en diversas iniciativas a nivel local y mundial para la sensibilización frente al sufrimiento de las incontables víctimas de este tráfico. En octubre de 2016 el Consejo de Europa la distinguió con el Premio Václav Havel a los Derechos Humano.


Aji Bashar trató de escapar varias veces hasta finalmente conseguirlo el pasado abril con ayuda de su familia, que pagó los servicios de transportistas clandestinos locales. Al poco de atravesar la frontera kurda, en su huida hacia el territorio controlado por el Gobierno iraquí, con los militantes del Dáesh pisándole los talones, le explotó una mina terrestre, matando a dos conocidos y dejándola a ella misma malherida y casi ciega. Afortunadamente pudo continuar su huida y ser posteriormente enviada a recibir tratamiento médico en Alemania, donde se reuniría con sus hermanos y hermanas supervivientes. Desde su recuperación, Aji Bashar ha promovido activamente la sensibilización frente al sufrimiento de la comunidad yazidí y hoy sigue ayudando a las mujeres y los niños víctimas de la esclavitud y de las atrocidades del Dáesh.



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